El otro día un cliente nos manifestó la preocupación de que si metía muchos archivos nuestro sistema iría más y más lento. Es normal cuando estás acostumbrado a las aplicaciones de escritorio y que con el tiempo parece ir todo más lento. Sin embargo le tuvimos que explicar de forma sencilla que nuestro sistema es en Cloud y por tanto escalable y que se adaptaría a la necesidad de potencia y velocidad que se requiriese.
Ahora con un poco más de detalle explicamos cómo funciona la escalabilidad, que no es otra cosa que la capacidad de un sistema a adaptarse a la demanda que necesite.
Demanda de espacio. Simplemente añadir más disco duro. El almacenamiento es lo más fácil escalable, pues tal como están montadas las estructuras en la nube simplemente hay que contratar más o menos espacio según la necesidad.
Demanda de memoria. Añadir capacidad de memoria también es fácilmente ampliable para hacer que un servidor pueda responder adecuadamente a altas dosis de peticiones de cómputo. Además que es fácil disponer de más servidores para redistribuir el cálculo costoso de operaciones y luego obtener los resultados.
Demanda de velocidad. Estas es la más crítica y es una combinación de varios factores, desde los soportes físicos utilizados, la memoria, capacidad de CPU, gestión de DNS, combinación y colaboración entre servidores. Todo un conglomerado que hace que el usuario final no note diferencia si dispone de pocos archivos o miles de ellos.
La libertad y eficiencia que ofrecen los sistemas en Cloud nos da una visión de futuro antes no vista. Librarse del hardware interno es factible cuando los sistemas Cloud ya se encargan de tener todo lo necesario para dar un servicio de calidad al cliente.